EL TIANGUIS DEL CHOPO.

¿Quieres leer un blog especializado en rock y contracultura? La Crema Rock es una muy buena opción, Asael, su autor ha ido desarrollando un proyecto que no se queda en un blog más y poco a poco va conformando una verdadera enciclopedia de los temas mencionados, desde hace tiempo es nuestro lector, como nosotros somos de su espacio y hoy se unió a nuestro festejo con éste texto sobre el espacio roquero por autonomasia en la Gran Chilangotitlán, El Tianguis del Chopo, bienvenido Asael.
“La juventud  es una etapa en la vida. Es una actitud mental frente a ella. Seremos  jóvenes en la medida de nuestra fe, de la confianza en nosotros mismos  y en tanto la esperanza aliente nuestro sánimos. Sólo habremos envejecido   si al corazón lo cubren las nieves de la derrota y los hielos del  escepticismo”:
Gral. Douglas  Mc Arthur
Con este  panorama  de grandes crisis, con la nueva modernización, la globalización, las  privatizaciones, la “renovación moral”, el narcotráfico, la corrupción  amenazante, el terror del sida, el deterioro ecológico, y la  renegociación  de” la deuda eterna”, surgió a principios de los 80 un  espacio urbano que ha concentrado a lo largo de dos décadas una serie  de elementos materiales y simbólicos relacionados con el Rock.
Lugar mágico,  lugar desconocido que ve pasar millares de jóvenes a descargar su  energía  vital, jóvenes provenientes de todas partes de la urbe capitalina,  vestidos con sus mejores galas rocanroleras acuden cada fin de semana  a intercambiar sus discos, a charlar sobre rock, a conseguir  información,  a realizar un negocio, a reunirse con los cuates, al reventón,  simplemente  a “agarrar la onda”, a sintonizarse con la frecuencia adecuada en  la manera de ser, de hablar, de vestir, de comportarse ante los demás;  entender, captar bien la realidad, no sólo la apariencia, llegar al  meollo de los asuntos y no quedarse en la superficie.
Punto de  concentración  de la tensión del sistema social, el Tianguis Cultural del Chopo agudiza   los antagonismos de intereses que se constituyen por una participación  diferenciada y desigual en los procesos de producción y reproducción  de la vida social, el Tianguis del Chopo es acción y representación.
El Tianguis  del Chopo es el punto de tensión donde confluyen cientos de jóvenes  por un gusto común: el Rock. El tianguis rockero, mejor conocido como  “El Chopo”, es un centro urbano que elimina los sistemas de explotación,   de dominación y de hegemonía. Al caminar por las calles del tianguis,  los chavos nos muestran orgullosos los materiales discográficos  inconseguibles  que llevan en sus manos, los discos de moda; los chavos del “chopo”  tienen una actitud de resistencia, una especie de “puesta en escena”  para mostranos su estilo de vida.
La vida en  “el chopo” es un gran acontecimiento sabatino, es el paisaje  natural del barrio, es un territorio libre, con novedades del rock,  la compra-venta de música es para el tianguis su práctica obligatoria.  Los asistentes al tianguis se encuentran dispuestos y entusiasmados  de vivir la experiencia de las pláticas y charlas habituales centradas  exclusivamente al rock, a los conciertos y a las novedades  discográficas. 
El territorio  chopero es un espació construido por y para los amantes del rock, es  un espacio sujeto a una espacialidad determinada, organiza y genera  en los actores urbanos unas formas de ser-estar que podemos denominar  “prácticas sociales”. 
“El chopo”,  es entonces el escenario de un conjunto de interacciones sociales  protagonizadas  por jóvenes y adultos contemporáneos marcadas por características  que comportan otra visión del mundo, otra forma de percibir, vivir  y sentir la realidad.
Como cada  sábado,  cerca del mediodía, el sol pega de lleno en el asfalto, no hay árboles  lo suficientemente grandes para cobijarse del calor. En las esquinas  de la calle Aldama, entre Sol y Luna de la colonia popular Guerrero,  llega el tumulto de chavos, atraen la atención sus vestimentas oscuras,  todos se saludan, se encuentran con los cuates, cotorrean, todos ¡están  bien chidos!, ¡muy acá!, al slir del metro, algunos chavos patinan,  ven a la banda que apresura el paso hacia el tianguis, otros reparten  a la entrada de la calle los textos que anuncian los próximos  reventones,  otros pasan el rato jugando su golo, pero nadie permite la violencia  y que se lastimen seriamente. 
Los chavos  circulan con sus discos en mano, con sus libros y videos para el  cambalache,  es el clásico trueque azteca; en el asfalto y en las banquetas se  colocan  los puestos, que llaman la atención de la “chaviza” y del  aficionado común y corriente.
Los “chavos  de la onda” acuden al tianguis en busca de artesanías, morrales  y mochilas de cuero, collares de barro y porcelana, playeras alucivas  a grupos de rock, pantalones negros, acetatos antiguos, casettes  piratas,  audios de conciertos, videos, libros, revistas, en fin, todo lo que  tenga que ver con el mundo del rock. Además de la chaviza, también  en el chopo se dan cita escritores, pintores, periodistas, sociólogos,  locutores, promotores, músicos, etc.
La vida en  “el chopo” es un gran acontecimiento sabatino, es el paisaje  natural del barrio, es un territorio libre, con novedades del rock,  la compra-venta de música es para el tianguis su práctica obligatoria.  Los asistentes al tianguis se encuentran dispuestos y entusiasmados  de vivir la experiencia de las pláticas y charlas habituales centradas  exclusivamente al rock, a los conciertos y a las novedades  discográficas. 
El territorio  chopero es un espació construido por y para los amantes del rock, es  un espacio sujeto a una espacialidad determinada, organiza y genera  en los actores urbanos unas formas de ser-estar que podemos denominar  “prácticas sociales”. 
“El chopo”, es entonces el escenario de un conjunto de interacciones sociales protagonizadas por jóvenes y adultos contemporáneos marcadas por características que comportan otra visión del mundo, otra forma de percibir, vivir y sentir la realidad.
Como cada  sábado,  cerca del mediodía, el sol pega de lleno en el asfalto, no hay árboles  lo suficientemente grandes para cobijarse del calor. En las esquinas  de la calle Aldama, entre Sol y Luna de la colonia popular Guerrero,  llega el tumulto de chavos, atraen la atención sus vestimentas oscuras,  todos se saludan, se encuentran con los cuates, cotorrean, todos ¡están  bien chidos!, ¡muy acá!, al slir del metro, algunos chavos patinan,  ven a la banda que apresura el paso hacia el tianguis, otros reparten  a la entrada de la calle los textos que anuncian los próximos  reventones,  otros pasan el rato jugando su golo, pero nadie permite la violencia  y que se lastimen seriamente. 
Los chavos  circulan con sus discos en mano, con sus libros y videos para el  cambalache,  es el clásico trueque azteca; en el asfalto y en las banquetas se  colocan  los puestos, que llaman la atención de la “chaviza” y del  aficionado común y corriente.
Los “chavos de la onda” acuden al tianguis en busca de artesanías, morrales y mochilas de cuero, collares de barro y porcelana, playeras alucivas a grupos de rock, pantalones negros, acetatos antiguos, casettes piratas, audios de conciertos, videos, libros, revistas, en fin, todo lo que tenga que ver con el mundo del rock. Además de la chaviza, también en el chopo se dan cita escritores, pintores, periodistas, sociólogos, locutores, promotores, músicos, etc.
Gracias Asa por destinar a "Los Sueños" tan buen artículo, eso es GENEROSIDAD, así con mayúsculas.
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