domingo, 15 de febrero de 2009

EL DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD

The Dears

Era 14 de febrero en la noche. No sé si el amor estaba en el aire, pero la fecha era el pretexto perfecto para una presentación del grupazo canadiense The Dears.
La noche era cálida y el Lunario del Auditorio un sitio sumamente agradable en todos los sentidos, la buena compañía y el vino tinto en mi interior daban el ambiente perfecto. Diez pe eme, sale al escenario la banda abridora Suave as hell, quienes amenizan sorpresivamente bien con su rokcito al estilo BeatlesSupergrassetcéteraetcétera. Buen preámbulo para lo que vendría más tarde.
La emoción comenzó cuando las luces desaparecierón para dar paso a las notas de Saviour; en la mejor actitud gospel, Murray Lightburn apareció cantando desde el fondo del lugar, cruzó entre el público que lo aclamaba mientras el resto de los Queridos subían al escenario para realizar los coros respectivos. Cuando Murray dejó al público tomó un ramo de rosas y lo lanzó a los fans en agradecimiento, gran manera de entrar y eso apenas comenzaba.
No cabe duda que Murray es un gran frontman; posee una gran voz, dulce y suave pero que explota súbitamente en gritos de melancolía desgarradora, es claro que el tipo realmente vive y siente lo que canta, la expresión de su rostro, sus movimientos sobre el escenario lo demuestran perfectamente. El resto del grupo, renovado totalmente (salvo por Natalia Yanchak, tecladista y esposa de Murray) después de la casi desintegración de la banda no permitió extrañar en ningún momento a los miembros anteriores. Todos estos cuates son excelentes músicos y lo demostraron ampliamente interpretando rolas en la mayoría del más reciente disco, Missiles.
Si bien el Missiles es un gran disco, el corazón de el que escribe no sintió emoción hasta escuchar los primeros acordes de guitarra de Whites only party del Gang of Losers y después de otra de las favoritas, Bandwagoneers. Pero yo esperaba rolas del maravilloso primer álbum No Cities Left; ya habían tocado Lost in the plot, pero esa es la menos buena de ese discazo. Los Dears no atendieron mis súplicas y continuaron interpretando de los otros discos, lo cual resultó siendo bueno, porque comencé a disfrutar realmente aquellas rolas que antes había despreciado por ser menores a las del No Cities Left.

El concierto tuvo momentos increíbles y llenos de emoción todo el tiempo, pero el auténtico climax llegó cuando, para el encore se aventaron, por fin We can have it, un cachito de Who Are You, Defenders Of The Universe?, y el increíble final con 22: The Death Of All The Romance. El final con esta rola, que es de lo más triste que he escuchado, se convirtió en una verdadera fiesta con todo el Lunario (Dears incluídos) cantando a coro: los hombres cantando con Murray, las chicas con Natalia y todos juntos en ese gran coro... tell me the lies!! Un gran momento.
Qué gran concierto dieron los Dears, no se si fue la fecha o el vino, pero yo salí de ahí flotando y enamorado de todo. Sepa más sobre esta bandota.

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