BUDDHA AND THE CHOCOLATE BOX.
Este disco lo conocí en 1974 o 1975 en un viaje que hice a Guanajuato, una de las más bellas ciudades de mi país, visitando a mis primos con quienes había convivido mucho de niño, pero que hacía bastantes años que no veía, al llegar a su casa, me encontré con la sorpresa de que a estos parientes de 17 y 14 años les gustaba con pasión el rock y además poseían una discoteca, nada despreciable, ni en cantidad, ni en calidad.
Allí en esa agradable sorpresa que era la discoteca de mis primos, ví por primera vez este disco, de un músico que ni hacía en este mundo, pero de entrada me impresionó la portada, esta impresión fue la puerta de entrada para escuchar el contenido musical.
Desde las primeras notas, mis oídos se expandieron y no podían creer lo que estaban escuchando, era un rock muy pop, de extraordinaria confeccción, hermosas melodías, arreglos preciosistas y un sound que, en general, resultaba fascinante, no es necesario decir que, el mes que estuve en la colonial ciudad, escuché el disco infinidad de veces.
Allí en esa agradable sorpresa que era la discoteca de mis primos, ví por primera vez este disco, de un músico que ni hacía en este mundo, pero de entrada me impresionó la portada, esta impresión fue la puerta de entrada para escuchar el contenido musical.
Desde las primeras notas, mis oídos se expandieron y no podían creer lo que estaban escuchando, era un rock muy pop, de extraordinaria confeccción, hermosas melodías, arreglos preciosistas y un sound que, en general, resultaba fascinante, no es necesario decir que, el mes que estuve en la colonial ciudad, escuché el disco infinidad de veces.
Buddha, resultó ser la puerta de entrada a la música de este orfebre de la canción, el hombre que creaba historias cantadas, con mensajes siempre hermosos de paz, amor, armonía y profunda religiosidad. De las canciones del disco, en unos tiempos unas fueron mis favoritas, pero seguía escuchándolo y cada vez, eran distintas las que me cautivaban, hasta que todo el álbum se volvió deliciosamente audible.
Desde entonces este disco me recuerda a mis primos, a Guanajuato y a mis veinte años, cuando era feliz e indocumentado, como dijo García Márquez.
Sin embargo, hay una canción que sobrepasa a las demás en mi gusto personal, Oh very young, hace treinta años que la escucho y no sólo no me cansa, sino que cada vez que la oigo me gusta más, por eso la incluyo en un doble video, el de la grabación de estudio y una en vivo.
Qué linda canción, la puse de fondo para leer tu entrada. Me gustan tus anecdotas.
ResponderEliminarCoincido totalmente contigo.
ResponderEliminarMe encanta la música que has seleccionado
Saludos desde España