The Dears
El fin de semana tuve chance de ir a un famoso bar del centro de la ciudad a ver, por tercera vez en mi vida, a la banda de Montreal, The Dears. Ese concierto es el pretexto perfecto para contarles algo.
Yo conocí a The Dears allá en 2005; había comprado el No Cities Left (segundo álbum de los canadienses, editado en 2003) en Londres sin conocer a la banda más que de nombre. No Cities Left me encantó desde la primera escuchada en aquella estación de tren en París y hoy es uno de mis favoritos de todos los tiempos, nunca olvidaré cuando escuché 22: The Death of all the Romance por vez primera.
Esa genial rola resume perfecto el sentimiento de todo el disco, tristesa y melancolía durante poco más de una hora, es realmente difícil no deprimirse tantito luego de haberlo escuchado. El álbum esta lleno de ese espíritu adolescente de tristesa e incertidumbre eternas y refleja perfectamente el caracter del compositor y líder de los Dears, Murray Lightburn. Digo, es obvio que este cuate vivía en una depresión constante al momento de escribir el disco y esa sensación se contagia a cualquiera que lo escuche... 7 años y dos álbums después The Dears no han logrado superarse, aunque eso no quiere decir que los discos posteriores sean malos, al contrario.
Los dos álbums posteriores carecen de esa melancolía tan asfixiante; musicalmente son increíbles y las letras de Lightburn continuan siendo geniales, pero ya rara vez me provocan lo mismo que me provoca escuchar el No Cities Left... seguramente es cosa mía nada más.
La primera vez que ví a The Dears fue en 2007, cuando recién habían editado el Gang of Losers; aquella noche el concierto estuvo repleto de esa infinita tristeza, la densidad del obscuro y melancolico sonido de la banda llenó las orejitas de los que estuvimos presentes. Aún recuerdo a aquel Murray rodando por el piso, cantando dando la espalda al público, gritando las emociones, realizando tremendas improvisaciones que duraban varios minutos... era como un trance colectivo. Fue genial.
Tres años después, aquella banda ya no existe, aquella banda ha madurado, el sonido de The Dears sigue siendo obscuro pero ahora es más optimista, se pude ver a Lightburn y al resto de la banda disfrutando las presentaciones, disfrutando la vida. Murray, hoy esposo y padre, ya no tiene ese dramatismo en el escenario... hoy Murray es feliz, y eso hace que todo cambie.
22: The Death of all the Romance fue mucho tiempo mi rola favorita del No Cities Left y sigue siendo una de mis favoritas de todos los tiempos, es de lo más triste que he escuchado y siempre me provoca una sensación extraña... la comparto con usted, clávese en la letra y en el video, luego dígame si no le dieron ganas de llorar. Es terrible, esa canción no puede cantarse con la gran sonrisa con la que la cantó Murray el sábado... es como un fraude, me sentí robado.
Alguna vez me prestsste un disco de estos cuates y confieso no haberle puesto la debida atención, pero ahora prometo enmendar el error.
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