lunes, 30 de abril de 2012

Roger Waters en México.



ROGER WATERS EN MÉXICO.





El viernes y sábado pasados (27 y 28), los "chilangos" (habitantes de la ciudad de México), tuvieron visitante distinguido, quien fue recibido en el "Foro Sol", lugar donde, desde hace dos o tres décadas, es posible presenciar una buena parte de los mejores espectáculos musicales que llegan a tierra azteca, especialmente si estos son, espectáculos roqueros.

La presentación en cuestión era "The Wall", a cargo del famoso artista británico, Roger Waters, quien ha hecho de estos revivals de sus glorias de antaño, su modus vivendi actual y ravalidación de su imagen pública.

El montaje multimedia, ya había recorrido tierras sudamericanas y las noticias de su naturaleza e impacto que produjo en aquellas tierras hermanas, ya había llegado a nuestros oídos y ojos, de tal modo que las expectativas despertadas en nuestra imaginación eran muy exigentes y no excentas de dudas.

Las incertidumbres que en particular, éste redactor abrigaba eran dos: ¿Cómo podría reciclarse de manera novedosa y decorosa, algo mil veces visto y escuchado? y ¿Todavía podrá cantar aceptablemente el Sr. Waters, a sus 69 años de edad?, ambas dudas que me quitaban el sueño me hicieron acudir el viernes a constatar con todos mis sentidos la calidad del mencionado producto multimedia.

El primer aspecto logra ser salvado por una producción escenográfica, basada en la megapantalla-escenario, que funge como escenografía dinámica que reproduce incesantemente imágenes fijas o en movimiento que van ilustrando lo que canta Mr. Waters, quien sin tener la voz "intacta" aún la conserva como todos la conocemos en un 80%, más o menos, la banda que lo acompaña es más que competente, pero no está en el escenario la mayor parte del tiempo, hecho que produce la idea de que la música está grabada y no tocada in situ.

Lo que fue de una calidad impecable, seria, entregada, emotiva y espectacular, digna de los mejores foros del mundo lleva por nombre público mexicano, que sabe entablar una retroalimentación extraordinaria, que debe resultar harto gratificante para cualquier artista.



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