McDONALD AND GILES.
1970.
La reunión casi fortuita de estos dos músicos, que no pretendían formar una banda o
un proyecto a largo plazo, sino solamente plasmar en una cinta
magnetofónica, sus inquietudes comunes, devino en uno de los grandes
discos de la historia del rock, ignorado por todas las listas que he
visto al respecto, pero imprescindible en mi lista de los mejores discos
de la historia.
Ian McDonald y Michael Giles tuvieron su primera colaboración en un grupo legendario, del que eran miembros y en un disco clásico de todos los tiempos: King Crimson e In the court of the Crimson King. ni más ni menos, venian de hacer esta obra monumental cuando decidieron hacer el disco que nos ocupa.
Ian McDonald y Michael Giles tuvieron su primera colaboración en un grupo legendario, del que eran miembros y en un disco clásico de todos los tiempos: King Crimson e In the court of the Crimson King. ni más ni menos, venian de hacer esta obra monumental cuando decidieron hacer el disco que nos ocupa.
Tal antecedente ya es una recomendación a considerarse, pues por el Crimson no
han pasado jamás malos músicos, pero la obra supera todas las
previsiones, McDonald el instrumentista múltiple, Giles, el
percusionista sobresaliente y dos o tres compañeros de ruta, nada
desconocidos y por último, las letras de Peter Sinfield, sí el letrista
del Crimson, hacen de este disco una especie de continuación del gigante
del progresivo, pero una afirmación de este tipo sería también una
simplificación.
McDonald and Giles, no es un disco de King Crimson, ni una imitación de King Crimson, es un disco único y extraordinario, de esos que no se dan por racimos, no hay mejor forma de juzgarlo que escuchándolo, pero se antoja el intento de hacer una descripción que será siempre subletiva y aproximada.
El disco inicia con Suite in C, una de las grandes piezas del rock de todos los tiempos, una verdadera suite con sus movimientos muy bien definidos, gran variedad de instrumentos, acomodados en forma magistral, una sinfonía de sonidos y silencios bella y conmovedora.
Continua con Flight of the Ibis, una fina canción casi acústica, sin instrumentos eléctricos con reminiscencias beatlescas, sensibilidad, exquisitez y emotividad encerradas en tres minutos; La tercera pieza es enérgica pero suave a la vez y la cuarta es otra delicada pieza que recuerda las baladas medievales y que conduce al disco a un remanso de tranquilidad, que se rompe súbitamente con la entrada de Tomorrow's people, para que no olvidemos que es un disco de rock, marcada por las percusiones y el bajo, para de pronto cambiar de ritmo a un solo genial, primero de las percusiones y después de una flauta que lleva de la mano al final de la canción.
El disco termina como empezó, con una larga suite llamada Birdman, en donde los músicos desbordan talento con este formato que les permite cambios de ritmo, complicadas armonías instrumentales y vocales, solos espectaculares y un conjunto sólido, coherente y mágico. La dotación instrumental completa y sus ejecutantes, es la siguiente.
McDonald and Giles, no es un disco de King Crimson, ni una imitación de King Crimson, es un disco único y extraordinario, de esos que no se dan por racimos, no hay mejor forma de juzgarlo que escuchándolo, pero se antoja el intento de hacer una descripción que será siempre subletiva y aproximada.
El disco inicia con Suite in C, una de las grandes piezas del rock de todos los tiempos, una verdadera suite con sus movimientos muy bien definidos, gran variedad de instrumentos, acomodados en forma magistral, una sinfonía de sonidos y silencios bella y conmovedora.
Continua con Flight of the Ibis, una fina canción casi acústica, sin instrumentos eléctricos con reminiscencias beatlescas, sensibilidad, exquisitez y emotividad encerradas en tres minutos; La tercera pieza es enérgica pero suave a la vez y la cuarta es otra delicada pieza que recuerda las baladas medievales y que conduce al disco a un remanso de tranquilidad, que se rompe súbitamente con la entrada de Tomorrow's people, para que no olvidemos que es un disco de rock, marcada por las percusiones y el bajo, para de pronto cambiar de ritmo a un solo genial, primero de las percusiones y después de una flauta que lleva de la mano al final de la canción.
El disco termina como empezó, con una larga suite llamada Birdman, en donde los músicos desbordan talento con este formato que les permite cambios de ritmo, complicadas armonías instrumentales y vocales, solos espectaculares y un conjunto sólido, coherente y mágico. La dotación instrumental completa y sus ejecutantes, es la siguiente.
Ian McDonald: guitarra, órgano, saxofones, flauta, clarinete, cítara y voz.
Michael Giles. batería y una rica variedad de instrumentos de percusión.
Peter Giles. bajo.
Steve Windwood. órgano y piano.
Michael Blackesley. trombón.
Estos son discos aun muy codiciados en el dia de hoy!!
ResponderEliminarLos famosos años 80, que grandes epocas esas
ResponderEliminar