"Supón"
Autor e Intérprete: Silvio Rodríguez
1987
En 1982 en el disco "Coco loco" de Diego Verdaguer apareció esta canción extraordinaria que no parecía escrita por él, ni por Amanda Miguel, ni Graciela Carballo, habituales compositores de todo lo que Diego cantaba y grababa, la pieza no mencionaba al autor y sólo registraba que era una adaptación de Verdaguer y Anahí, al tiempo se supo que el autor era Silvio Rodríguez y no había aparecido grabada antes, fué hasta 1987 cuando en Chile se publicó la antología de Silvio llamada "Memorias" y allí estaba la pieza grabada por el ignorado compositor.
Verdaguer nunca aclaró las razones por las que no dió el crédito debido a Rodríguez, pero como era más conocido Diego, mucha gente se hizo seguidora de esta canción creyendo que era la obra maestra del argentino o un momento increíble de lucidez, es justo aunque sea treinta años después, otorgar honor a quien honor merece.
"Supón" o la "Canción del torpe" tiene la misma idea de "Tratado de impaciencia" de Joaquín Sabina, grabada en "Inventario" de 1978, en ambas se narra una historia imaginaria, de esas que nos inventamos todos cuando una persona nos atrae mucho y no sabemos que hacer más que imaginar una situación perfecta donde vamos a tener el final más feliz posible.
Una pieza poco conocida y muy difícil de conseguir en grabaciones físicas como las que queremos los desfasados, las imágenes que sugiere Silvio son bellas y entrañables, cosas de la vida real que nos hacen olvidar el extraño mundo en el que vivimos, por decir lo más amable.
"Supón" o la "Canción del torpe" tiene la misma idea de "Tratado de impaciencia" de Joaquín Sabina, grabada en "Inventario" de 1978, en ambas se narra una historia imaginaria, de esas que nos inventamos todos cuando una persona nos atrae mucho y no sabemos que hacer más que imaginar una situación perfecta donde vamos a tener el final más feliz posible.
Una pieza poco conocida y muy difícil de conseguir en grabaciones físicas como las que queremos los desfasados, las imágenes que sugiere Silvio son bellas y entrañables, cosas de la vida real que nos hacen olvidar el extraño mundo en el que vivimos, por decir lo más amable.
SUPÓN.
Supón que en un trabajo productivo
te encuentro en tu pañuelo singular
y luego de ese instante decisivo,
supón que no te dejo de mirar.
Supón que tanto tu fulgor persigo
que aplasto un surco y tengo mi sermón,
que corto un fruto tierno, que me olvido
de mi sombrero bienhechor
y no reparo en el calor
de la hora en que se prende el sol
supón que agua al fin te pido
y supón que ya eres mi canción.
Supón que me presento como amigo,
que te pregunto nombre y profesión,
que miro al suelo y digo que ha llovido
u otro comentario sin razón.
Supón que me has mirado comprensiva
pero no tienes nada que agregar.
Supón que entonces hablo de la vida
como queriendo aparentar
que tengo mucho que contar,
que soy un tipo original.
Supón que ríes divertida
y supón que ya eres mi canción.
Supón que hay una tarde para el cine
y que he llegado una hora después,
porque la ruta extraña en la que vine
no era para acá, sino al revés.
Supón que la pantalla te ilumina,
que rompe y que sujeta tu perfil.
Supón tu mano un ave recogida,
y un cazador, sin más fusil
que un dedo tímido, va a abrir
el sí o el no del porvenir.
Supón que no eres sorprendida
y supón que ya eres mi canción.
Supón que la fortuna es nuestra amiga
y que de tres a cinco puede ser.
Tu padre parte, fumo yo en la esquina:
la puerta, contraseña y tú, mujer.
Supón que entro y que nos abrazamos.
Supón que todo está por agotar:
es la primera vez que nos amamos.
Pero supón que hablo sin parar,
supón que el tiempo viene y va,
supón que sigo viriginal.
Supón que no nos desnudamos
y supón que ya eres mi canción.