Siempre resulta sensible,
la muerte de un creador de arte o divertimiemtos, esa gente que por estos medios libera sus
demonios y su parte divina en vez de andar por el mundo jodiéndole la vida a
los demás, por eso les rendimos pequeños homenajes, como este a Don Van Vliet,
hombre que como muchos otros nos descubrió rutas sonoras misteriosas y
placenteras.
El homenaje consiste en recordarlo a través de su
disco debut, puesto a consideración de los melómanos en 1967, el año en que
también salió el Sargento Pimienta y muchos otros discos emblemáticos de la época, el inicio de una década prodigiosa para el rock y que
terminaría por el 1975 y el mérito de este álbum es que abrió brecha, marcó
rumbo y dejó boquiabiertos a muchos en un momento en que esto no era nada
fácil, porque en el ambiente del rock abundaban las propuestas con estas
características.
En principio salta a la vista el eclecticismo del álbum: blues, boogie, rock, experimentaciones, dominio absoluto de varios géneros, con predominio del rock que es como el hilo conductor, el que cohesiona a los otros géneros que se aprecian y resaltan, pero uno nunca pierde la idea de que se está frente a un disco de rock que corte a corte va develando sorpresas inesperadas.
La primera de ellas es "Sure 'nuff 'n yes I
do"", blues de impecable ejecución, con un vocalista (el propio
Beefheart) que no les pide nada a los bluesmen más destacados, esto te
hace pensar que vas a escuchar un disco de este género y de pronto entra
"Zig zag wanderer", un rock muy a la inglesa con continuación en
"Call on me", otro rock muy de la época y con fuerte influencia del
rock británico, cuando ya te estas acomodando en tu "zona de
confort", llega "Dropout Boogie", una extraña canción que te
rompe todo el esquema, te inquieta y hasta puede que te irrite, si eres
explorador irredento te entusiasmas porque estás en zona de riesgo, "I'm
glad" confirma la tendencia, una pieza soul con extrañas
vocalizaciones que la hacen desconcertante.
La experimentación con el canto y estructuras poco convencionales continua en "Electricity", pieza entre zappiana y progresiva, a estas alturas ya te está cautivando lo novedoso e inicia "Yellow brick road", una canción muy country pero extraña por la forma de cantar de Van Vliet y luego su exitosa "Abba Zaba", zappiana hasta la médula, "Plastic Factory" es una de esas piezas que caracterizarían al estilo beefheart, blusera, pero con cambios de ritmo y estribillos de rock, más el sello distintivo de la aguardientosa voz del Capitán.
Los tres últimos cortes parecen la definición y
consolidación de un estilo que habría de convertirse en legendario, emblema de
una época en que el rock estaba en su "big bang" y protagonizaba una
expansión constante que parecía nunca terminaría.
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