GRATEFUL DEAD.
"American Beauty".
1970.
"El Muerto" ya era el gran icono del Rock ácido, el sumo sacerdote de los rituales lisérgicos y la banda de la casa en Haight - Ashbury, capital de la Nación Hippie, cuando grabó su sexto disco, que se distanció de los anteriores, a la vez, que redondeaba y consolidaba un sonido inigualable e inconfundible.
Hasta el año de 1970, Grateful Dead había seguido una línea muy bien definida: mezclas consistentes de rock, sicodelia, blues, country y todos los géneros de la música popular norteamericana que vengan a la mente; larguísimos desarrollos rítmico-armónicos alrededor de la guitarra de Jerry Garcia, en resumen, Rock y Blues básicos, sin extravagancias ni sofisticaciones, un sonido duro, emotivo y el ambiente casi ritual y catársico de las piezas con duración de media hora con solos de guitarra de veinte minutos.
En "Workingman's Dead", del mismo 1970, ya habían anunciado el cambio, que se confirmó con esta Belleza Americana que no es ninguna metáfora, sino música americana concebida, tocada y grabada bellamente, los rasgueos toscos, rudos y enérgicos, se transformaron casi totalmente en arpegios delicados; las voces desnudas y mal educadas, se enlazaron en coros armónicos casi nunca ecuchados en boca del muerto y la dotación instrumental básica del Rock, guitarras eléctricas y tambores, se enriqueció con sonidos acústicos de guitarra no electrificada, mandolinas y pedal steel guitar, el mismo viaje ácido, sin riesgos de ser "malviaje", puro placer, armonía universal y belleza.
El disco se volvió un clásico a menudo considerado como la obra maestra de la aún legendaria banda, un imprescindible de la historia roquera y la quintaescencia del acid rock, además de la constatación de que entre los talentos de Jerry García, Phil Less, Bob Weir, Robert Hunter, Ron McKenan y compañía, también estaban el buen gusto y la delicadeza que se hacen presentes hasta en el diseño de la portada y aún es posible detectar el cambio en la grabación, por fin los Grateful, decidieron dejar a un lado su tradicional forma de grabar discos, casi "en vivo", en una o dos tomas y con poca posproducción, se acercaron a la nueva tecnología que ya tenía consolas multipistas y que tuvieron que ver mucho con el sonido de este clásico inmortal.