LOU REED.
"Transformer".
1972.
Hace unos días murió Lou Reed, y para recordarlo, reciclamos este artículo escrito en Enero del año pasado.
Luego de abandonar a la banda que lo hizo conocido, la que había moldeado y hecho crecer a su entero gusto, para que a la hora del debut discográfico Warhol le impusiera a Nico, Lou Reed, dejó New York, que también lo tenía decepcionado y le traía malos recuerdos para trasladarse a Londres, e intentar desde allá relanzar su carrera y redefinir su camino.
En el Reino Unido grabó el primer disco a su nombre con canciones sobrantes que no tuvieron cabida en los discos del Velvet, ni siquiera tenía una banda fija y a su gusto, el resultado fue poco menos que intrascendente, sin embargo, cuando el panorama era desalentador, apareció un admirador de Lou, que estaba en la cima del éxito, con una racha que parecía inacabable de cuatro discos, extraordinarios, inovadores y además exitosos.
El "alumno" de Reed, era la superestrella del rock inglés, el personaje más notable del espectáculo "glam" que marcaba la vanguardia de la música en esos años tempranos de la década setentera, era David Bowie, quien lo animó a hacer un segundo disco producido por él y su guitarrista inseparable, el que tenía mucho más que ver de lo que la gente creía, en la originalidad del sonido "bowiano", el virtuoso de la guitarra de nombre Mick Ronson.
La pareja Bowie-Ronson sabía muy bien como hacer discos de arte, que además fueran capaces de conquistar a diversos sectores de oyentes y sólo alentaron al talento de Reed para que produjera sus canciones ácidas y decadentes, provocadoras e iconoclastas, extravagantes y crudas, a la habitual austeridad de Lou en la producción, la dotaron de arreglos vocales memorables, entramados sónicos producido por las guitarras y un sax, que hicieron la magia de crear uno de los grandes discos de los setentas, que supo captar el espíritu de la época y se volvió en obra emblemática del "glam", tan controvertido y a la vez tan influyente enla historia del rock.