ARMANDO ROSAS Y LA CAMERATA RUPESTRE
"Tocata, fuga y apañón"
1987
"Tocata, fuga y apañón" el disco debut de la Camerata Rupestre tiene el sello a diestra y siniestra, el nombre del combo alude más que directamente al movimiento musical que alguien bautizó como el Movimiento Rupestre y la temática repasa las situaciones del también llamado Rock Urbano, problemáticas propias de las grandes ciudades con su característica muy mexicana, muy chilanga y desde la óptica juvenil.
La Camerata fundada por Rosas, tenía ese formato de pequeña orquesta de cámara con instrumentos de cuerda y coro, sus miembros eran estudiantes de la Escuela Nacional de Música (si la memoria no me traiciona) a mediados de los ochenta y desde su primera grabación se distinguieron por sus orquestaciones finas, la capacidad sobresaliente de: Javier Guillén en el violín, Jorge Amador en el cello, Ignacio Alfonso con flauta, armónica y voz, Francisco Natera en el bajo y Antonio Morales en batería, todos músicos frescos y creativos que fueron la compañía ideal para las letras de Armando Rosas quien sin exageraciones, es uno de nuestros letristas más capaces y destacados, con el "soplo poético" que pocos compositores de canciones poseen.
Del repertorio de la grabación que editó Pentagrama destacan la mitad de las piezas, la del título por supuesto, que se hizo himno rupestre-urbano y las delicadas y poéticas "Distancia tiempo", "Herraje", "Cisne" con letra de Catana, y el "Papalote", pero no hay piezas desechables, ni contrastates en calidad unas con otras, en resumen, un disco clásico de la "rupestriada" y la música mexicana.
La Camerata fundada por Rosas, tenía ese formato de pequeña orquesta de cámara con instrumentos de cuerda y coro, sus miembros eran estudiantes de la Escuela Nacional de Música (si la memoria no me traiciona) a mediados de los ochenta y desde su primera grabación se distinguieron por sus orquestaciones finas, la capacidad sobresaliente de: Javier Guillén en el violín, Jorge Amador en el cello, Ignacio Alfonso con flauta, armónica y voz, Francisco Natera en el bajo y Antonio Morales en batería, todos músicos frescos y creativos que fueron la compañía ideal para las letras de Armando Rosas quien sin exageraciones, es uno de nuestros letristas más capaces y destacados, con el "soplo poético" que pocos compositores de canciones poseen.
Del repertorio de la grabación que editó Pentagrama destacan la mitad de las piezas, la del título por supuesto, que se hizo himno rupestre-urbano y las delicadas y poéticas "Distancia tiempo", "Herraje", "Cisne" con letra de Catana, y el "Papalote", pero no hay piezas desechables, ni contrastates en calidad unas con otras, en resumen, un disco clásico de la "rupestriada" y la música mexicana.
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