domingo, 11 de mayo de 2008

LA EXTRAÑA MEZCLA.

Entre la discografía de David Bowie, toda excelente, desconcertante y vanguardista, destacan tres discos, no porque sean de mayor calidad que otros, sino por la asociación que Bowie hizo con un músico que, en ese tiempo sólo era visto como un loco que dividía las opiniones, entre los que opinaban que era un charlatán muy listo y los que lo consideraban un genio. Brian Eno después de dejar Roxy Music, grupo con el que se le conoció en el planeta, seguía haciendo extraños experimentos sonoros, produciendo las grabaciones de grupos que por lo menos iban de interesantes a exepcionales y trabajando con los mejores músicos del rock y otros géneros, hoy Eno, es considerado como uno de los músicos más importantes del siglo XX, y los tres discos que hizo con Bowie, ya son para las mayorías, tres clásicos del rock.

De entrada, no parecía haber mucho en común entre estos dos músicos, salvo la afiliación que los críticos, periodistas y locutores les habían inventado al género de moda el glam.

El primero de estos es Low, (1977) en donde un solo track está firmado por los dos, pero que sin embargo está plagado de signos enianos:

Los cortes instrumentales y mil pequeños y grandes detalles en los arreglos a varias piezas compuestas por Bowie, tienen la huella de Eno, una pieza bella e inmortal que se llama Warszawa, es una muestra de como se fusionaron las ideas de uno y otro en una obra que puede ser considerada como maestra no sòlo en el ámbito del rock, sino en el de la música concreta, el jazz y todos los que se le ocurran a usted.

El segundo álbum, es el celebrísimo y celebradísimo Heroes, (1977) que es una especie de continuación de Low, como si hubieran faltado caminos por explorar o se hubieran quedado estructuras a medio construir, tiene la misma configuración: una combinación de piezas instrumentales y las típicas canciones Bowianas, sorprendentes y perfectamente equilibradas entre lo convencional y lo vanguardista, entre la complacencia y el experimento.

La trilogía se completa con Lodger, (1979) que es el extremo de la introducción de elementos experimentales y arriesgados sin concesiones a nadie que no sea al arte, es un disco más de Eno pero marcado con la mano de Bowie al contrario de los otros dos que parecen discos indiscutibles de Bowie, pero enriquecidos y transformados por la mano de Eno, es un disco hecho con las propias convicciones y por supuesto con la seguridad de que con el tiempo tendría que tener su reconocimiento.



Portadas de Heroes y Lodger.

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