CARAVAN.
"Waterloo Lily"
1972.
Caravan aportó desde su natal Canterbury una opción más al rock inglés, un sonido catalogado casi siempre como "progresivo" aunque en realidad empezó siendo un grupo muy influido por la sicodelia, su disco más exitoso, "In the Land of Grey and Pink" aparece en muchas publicaciones como uno de los más importantes de la historia del rock y es el que marca la metamorfósis hacia el rock de mucha elaboración identificado con la corriente progresiva.
Canterbury es una ciudad provinciana pero a la vez una urbe con tradición cultural y artística, de ella surgieron varias de las bandas "progresivas" más importantes: Caravan, Soft Machine y Camel, tienen un origen común y un sonido con características similares que ha sido etiquetado como "El Sonido Canterbury" o la "Escena Canterbury". Lo que según los expertos, distingue a la Escena de Canterbury de la Londinense y del Rock Progresivo en su modalidad "sinfónica" es el apego a la raíz Pop, presente en las melodías, mismas que en el rock sinfónico están prácticamente ausentes y una influencia del Jazz, manifiesta en el gusto por las improvisaciones de los instrumentos solistas.
Después del éxito de "In the Land...", y la salida de David Sinclaire, fundamental en el sonido del "Gris y Rosa", había dos opciones: un "refrito" de la obra maestra o buscar nuevos rumbos que no pueden ser del todo nuevos y que corren el riesgo de perder la orientación y hacer un álbum que signifique un descenso y eso, suele ser grave para cualquier banda, sin embargo, los que se quedaron y el recién ingresado Steve Miller, decidieron correr el riesgo.
Waterloo..., corrió el riesgo cambiando sin cambiar, alterando el orden y la preponderancia de los factores para alterar el producto; las melodías siguen siendo muy cuidadas y parte fundamental del sound global; las improvisaciones dentro de estructuras importadas del Jazz, se vuelven más protagónicas; las piezas se disringuen más una de otra, gracias a la utilización de rítmicas más variadas y complejas y los momentos de intensidad están mejor contrastados con los de calma.
Los teclados dejan de ser protagonistas y ese papel es tomado por guitarras y metales y Miller aporta una forma distinta de utilizar el piano y el órgano, sin la furia de Sinclair, pero con una delicadeza y elegancia nuevas, el resultado fue, un "después de los clásicos", uno de esos discos que tienen como referencia y competencia una obra maestra concebida en momentos de extrema inspiración, que tal vez ya no es la misma, pero que es sustituida por razón, inteligencia y virtuisismo.
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