El frío de las once de la noche azotaba con fuerza en el bosque de Chapultepec. ¿Qué hacía yo en los juegos mecánicos a esa hora de la noche? Claro, tenía entradas para el concierto de la francesa Yelle.
La espectativa y la emoción eran grandes; el evento resultaba novedoso por Yelle, el lugar y por la promesa de la barra libre. Creo que nadie imaginaba reálmente cómo iba a ser aquello, aunque todos esperábamos una gran fiesta.
Pero justo al entrar comenzaron los malos ratos; una fila enorme para obtener un brazalete de mayor de edad, después, un amontonamiento digno de cualquier estación del metro en hora pico (con empujones y todo) para acceder a la zona de barras. Cuando, gracias a una especie de portazo, logré entrar al área del alcohol, tardé demasiado en conseguir un par de vodkas de no muy buena calidad. Después de conseguir mi brazalete pensé en que había muy poca gente; luego entendí la razón, las barras estaban a reventar y nadie podía salir de ahí vaso en mano. Ya con mi trago me dispuse a bailar pero no lograba escuchar claramente la música; primero pensé que era por el ruido que hacía toda la gente aglutinada en ese espacio, luego supe la verdadera razón.
De pronto, Yelle saltó al escenario: dos tipos escoltando a la encantadora Julie Budet, quién portaba esas encantadoras mallas obscuras y brillantes. Los aplausos y los gritos no se hicieron esperar. Todo comenzaba perfecto, lo malo vendría sólo un par de minutos después.
Justo a la mitad de la primera canción, el sonido cayó de la peor forma, a pesar de estar a unos pocos metros del escenario, se escuchaba como si estuviera oyendo el concierto desde fuera. Yelle interpretó algunas rolas con aquel pésimo sonido, luego pidieron un receso mientras se arreglaba el problema (la verdad se veían muy apenados). Luego de un rato salió un tipo a decir que de plano el sonido ya no tenía remedio pero que invitaba a todos a continuar la fiesta. Pasó lo peor, le hicieron caso. Yelle terminó su concierto apenadísimos por aquel sonido tan malo y la gente se veía muy satisfecha.
A pesar del pésimo sonido, Yelle me sorprendió; en vivo suenan mucho mejor que en el disco y la energía que tienen contagia a todos. Además, dieron el doble de energía para compenzar las fallas, eso habla bien de ellos. Ni qué decir de los pasitos de Julie, son cosa aparte. Con un equipo decente, aquello habría sonado increíble.
¿Qué pasa en México? Ya hay muchas personas que se preocupan por traer buenos shows al país y que piensan más en la música que en el negocio que ésta representa. Falta mejorar la organización de esta clase de eventos, que tienen grandes intenciones. Y otra cosa mala, el público, creo que yo soy el único indignado por el fraude del viernes. Si fueramos un poco más exigentes, tal vez tendríamos mejores eventos.
Aqui una fotito de Yelle... si quiere ver algunas más visite http://www.flickr.com/photos/herr_pistas/
2 comentarios:
Te estás especializando en la reseña o crónica o lo que sean estos géneros periodísticos,¡te salen muy bien! felicidades.
estuvo horrible!! puro hipster, pésima música antrosa (¿te tocó Beat Buffet?), un frío de mierda, la barra atascada, y la feria de chapultepec..
oh bueno, buena reseña de un pésimo conicerto (o intento de)
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