STEELY DAN.
"Can't buy a thrill".
1972.
Éste disco es importante hoy, pero en 1972, cuando salió para ponerse en manos y oídos de los catadores de música, no lo fue, casi nadie entendió el disco en sí y nadie entendió lo que anunciaba, la semilla que portaba y el buen augurio que para la banda que lo hizo significaba, el mundo del rock vivía la euforia de formas altamente sofisticadas de hacer música como el progresivo y algunos grupos del glam (Yes, Genesis, Pink Floyd, King Crimson, Jethro Tull, Roxy Music o David Bowie) y al mismo tiempo, el regreso a formas más básicas, encarnadas por cantautores rescatadores de la poesía y una música cuasi bucólica, artesanal y "natural" (Jackson Browne, Don McLean, Neil Young, Paul Simon) y a nadie le llamó la atención un grupo que parecía uno más de la inmensa oleada de la Costa Oeste.
Pero Steely Dan era otra cosa,. formado por Donald Fagen y Walter Becker, dos músicos muy creativos, excelentes instrumentistas y con una larga experiencia como músicos de estudio, esa Universidad de la música de donde han salido artistas excepcionales, se habían descubierto dotes de compositores, ya eran instrumentistas múltiples y consolidados, conocían a otros músicos de los que deambulan por los estudios de grabación y sabían de principio a fin, como se hace un disco, de modo que el paso necesario, lógico e inevitable era, grabar un álbum de canciones de rock.
Además de lo ya mencionado, estaba también, la habilidad que tenían para pasar de un género a otro y también para mezclarlos, y así aparecían en una mixtura muy equilibrada que tenía: las melodías del Pop, los ritmos del Rock, la complejidad y finura del Jazz, el festejo del Funk y la habilidad circense para ir de un lugar a otro, sin red y sin caídas.
En todas las piezas de este aparente disco de Rock-pop, hay algo de lo antes mencionado:
En "Do it again", la mezcla de ritmos y un elegante toque de Jazz latino; en "Dirty work", el aire funk, el devenir preciso de la canción y el breve pero gran solo de sax; en Kings, la anticipación casi exacta de lo que algún día sería el sound Steely Dan; en "Midnight cruises", un viaje al country rock del que hacían C, S, N and Y, como muestra de la maestría que poseían para abordar cualquier género; otra cadenciosa pieza de fino jazz latino-cool en "Only a fool would say that"; la canción hecha para ser hit instantáneo, "Reelin' in the years"; "Fire on the hole", con su solo de piano excepcional y su aire de Blues, que de pronto se va al Caribe; y el cierre es con tres piezas consistentes, imaginativas, dinámicas y con gran swing: "Brooklin", "Change of the guard" y "Turn that heartbeat over again", cada una con sus chispazos de originalidad y genialidad, manifestadas en, coros, solos instrumentales, cambios de ritmo y estructuras complejas y abigarradas que siempre tienen una solución perfecta.
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